Seguramente en tus redes has visto estos días mensajes sobre el 9/9/9 y todo el simbolismo astrológico que lo rodea. Se habla de portales, energías de cierre y renovación. Pero como aquí no somos astrólogos, hoy no hablaremos de planetas ni de alineaciones cósmicas.
De lo que sí vamos a hablar es de algo que todos experimentamos: el cambio.
Los cambios y la mente
No sé si lo has sentido, pero estamos viviendo una época de transformaciones profundas. Yo misma he atravesado cambios para los que sinceramente no estaba preparada. Y aquí quiero detenerme: a la mente no le gustan los cambios.
La razón es sencilla: nuestro cerebro está diseñado para protegernos de lo desconocido. Frente a cualquier novedad, activa mecanismos de alerta que nos invitan a resistir o a huir.
Un estudio de la American Psychological Association (APA, 2018) señala que el 63% de las personas siente altos niveles de estrés cuando se enfrenta a cambios significativos en su vida laboral o personal. Esto no es casualidad:
- El sistema nervioso simpático entra en acción cuando percibimos un cambio como amenaza, liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina, que generan tensión y resistencia.
- El sistema parasimpático, encargado de devolvernos a la calma, tarda más en activarse, por eso sentimos ansiedad antes de adaptarnos.
En palabras simples: la mente prefiere lo conocido, aunque no siempre sea lo mejor.
Esto aplica para casi todo:
- En el trabajo: cuando cambian al jefe, al rol o al proceso que ya dominábamos, sentimos inseguridad y hasta rechazo.
- En las relaciones: aunque sepamos que una etapa llegó a su fin, muchas veces repetimos el refrán: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
La resistencia al cambio es tan común que la neurociencia la describe como un sesgo de statu quo, una preferencia automática por mantener lo que ya existe.
Ante esto, hay algo que sí está en tus manos: la actitud.
Un cambio de actitud no elimina la incomodidad, pero sí le envía a tu mente la señal de que no todo es peligroso. Seligman en el 2011 demostró: replantear un cambio como una oportunidad aumenta en un 30% la probabilidad de afrontarlo con éxito
Claro, no es fácil. Si lo fuera, ninguno de nosotros tendría dificultades para adaptarse. Por eso, los cambios requieren un proceso personal, un paso a paso para resignificar lo que vivimos. Pero la puerta de entrada a ese proceso siempre será la misma: ponerle actitud.
Si estás atravesando un momento de transformación y quieres empezar a trabajarlo desde la calma, descarga nuestra guía gratuita “Tu sol interior” y cuéntanos cómo te va.
Nati
Exploradora del slow living
Prannar
Comentarios (0)
No hay comentarios todavía. Sé el primero en comentar.